“Cuerpo de agua” se inicia como un proyecto escénico que aborda mi historia personal: una mujer con raíces indígenas andinas y amazónicas, que inicia un proceso de búsqueda y reconexión con sus orígenes. Un viaje de memoria donde se explora la identidad, no solo de la protagonista, sino la identidad de su propio país: un Perú pluricultural. En la primera fase de investigación en campo y de exploración en el cuerpo se tuvo como resultado las acciones: “arma tu india” y “virgen migrante” que abordaron de forma crítica el debate que se desarrollaba en Perú sobre lo que era y no era ser indígena y los estereotipos sobre ello.
El proyecto avanzó lento y se paralizó durante un varios años debido a factores externos y personales, como abordar las luchas y reivindicaciones indígenas, en un momento en que estalló el mayor enfrentamiento entre indígenas de la amazonia y el Estado Peruano: los lamentables hechos de Bagua- Amazonas, que tuvieron como resultado 33 personas muertas, más de 200 heridos y un desaparecido, hechos que marcaron un antes y un después en la historia de relación del Estado Peruano con los pueblos indígenas, que me llevó a cuestionar lo que implicaba para mi reconocerme como peruana, y a tomar una posición de activismo más estrecha con estos pueblos dejando por el momento el proyecto artístico.
Por otro lado, el proyecto abordaba mi identidad amazónica (migrantes amazónicos del lado materno); pero a raíz de la muerte de mi abuela paterna de origen andino, reinicié la exploración e investigación de esa otra raíz que formaba parte de mi identidad, y que había sido casi oculta por la familia debido a la discriminación que existe sobre los pueblos andinos. Asimismo, en los últimos años el formar mi propia familia y tener hijos, dificultó el avance del proyecto, pero a la vez enriqueció y complejizó más el tema de la identidad, ya que me casé con un mapuche y me vine a vivir al territorio mapuche.
A este momento, si bien existían avances del proyecto, sentía que era un trabajo que no tenía fin, porque el tema de la identidad siempre estaba movilizándose y movilizándome, y en ese andar había explorado tantos caminos que no sabía cómo unirlos en la propuesta final.
Estas eran las inquietudes que traía y el diplomado me permitió re-explorar, re-plantear y consolidar el proyecto desde una mirada más conceptual, metodológica y multidisciplinar, brindándome herramientas para abordar la complejidad de la identidad en el arte y la densidad etnográfica que traía mi trayectoria personal y familiar, así como a encontrar una unidad dentro de los diversos elementos que venía trabajando.
Aportes fundamentales del diplomado fueron: entender el concepto de “agencia” que plantea Gell[1] es decir, la posibilidad que tiene todo ser humano de ser un agente social. Y de entender la “agencia” como la capacidad que poseen los individuos o artefactos para afectar a otros, movilizando emociones, generando ideas y provocando una serie de acciones y procesos sociales. Este concepto me permitió ir más allá de la dualidad sobre qué es y no es un indígena, entender que no hemos sido agentes pasivos o reactivos frente a los discursos estereotipados, sino que nosotros también hemos tenido el poder para orientar la visión sobre lo indígena. A entender a la identidad indígena como una construcción que se da a partir de una relación dialógica con los otros y alimentándose de otros importantes elementos constitutivos de la identidad, como la relación con otros seres no humanos o con nuestros antepasados a través de sueños. Así, el proyecto ya no solo gira en torno a la crítica a la identidad estereotipada frente a la identidad en resistencia, sino en cómo se constituye el ser indígena en relación con los otros, lo cual nos abre un abanico de posibilidades sobre el devenir indígena, y sobre las múltiples “identidades” o roles que pueden habitarlo a partir de la relación con los otros y las otras culturas.
Asimismo, las herramientas metodológicas, como la etnografía multilocal o la documentación poética, que permiten entender al artista como etnógrafo y trabajar “con su memoria, su capacidad de escritura, con su cuerpo y sobretodo con la intuición y asombro”[2], el trabajar la etnografía como un proceso dialógico de afectación mutua entre los participantes de la investigación y como un proceso de aprendizaje que ocurre en distintas direcciones y que produce finalmente un texto antropológico que puede ser a la vez un proceso artístico, me ayudaron a aclarar lo que venía tratando de realizar en mi investigación de campo al abordar no solo los discursos de las personas, sino lo corporal y lo onírico. Buscando aprehender las sensaciones y el espacio en el que se desarrollaban las interacciones, pero que en mi ausencia de herramientas había abordado de forma separada. Asimismo, contaba con un texto biográfico que era una base importante del trabajo, pero era solo narrativo y lineal y con estas herramientas se me abría la posibilidad de hacer una documentación poética de esos encuentros y trayectorias migratorias e incluirlas tal cuál en el proceso artístico, haciéndolo más multidisciplinar.
Otro aspecto relevante fue poder profundizar el tema de los sueños. Inicialmente usaba en el proyecto un par de sueños que había tenido sobre el Perú y que pensaba trabajarlos como narrativa o de forma visual. Sin embargo, en el diplomado pude profundizar sobre el concepto que señala María Zambrano, del soñar como guía para que el ser humano alcance la plenitud emocional, existencial y ética que implica el ser o devenir persona.[3] En los sueños como aportes a la constitución o al devenir de la identidad. Lo que me impulsó a seguir profundizando en lo onírico para los pueblos indígenas, que incluso van más allá de aportes a la identidad, al considerar a los sueños como hechos fácticos de la realidad o como una actividad que llama a la acción: “Va a suceder, ya lo hemos soñado”[4]. Y en algunos casos como llamados a una acción política y colectiva como es en el caso de los mapuches, para quienes los sueños o pewmas son procesos de comunicación que comprometen una vivencia social, espiritual, política y cultural de sus miembros. Como procesos que fortalecen el conocimiento mapuche en su práctica cotidiana, y contribuyen a las dinámicas de poder que potencian las relaciones entre los logkos (autoridad tradicional) con su entorno y con el mundo no mapuche.[5]
Asimismo, los sueños para los pueblos indígenas comunican con los espíritus, tanto de personas recientemente muertas o los antepasados, como con la naturaleza y sus dueños. Los sueños son mensajes que los espíritus entregan a las personas y por ellos deben ser comunicados e interpretados como señales, como guía para las actividades diarias[6].
Esto me ayudó a entender la incidencia de los sueños en el desarrollo de la identidad individual y colectiva, así como en la construcción de vínculos humanos y no humanos; y a incorporarlos en la trayectoria de construcción de la identidad, como parte del entrado de relaciones y significados.
Finalmente, los aportes vinculados a los actos performativos en la constitución del género[7], brindaron una nueva mirada al tema de género en el proyecto. Lo cual me lleva a explorar no solo la memoria que guarda el cuerpo de los antepasados y recorridos, sino a trabajar también la representación que el género hace del cuerpo en dichas sociedades. Es decir, abordar el cuerpo como un signo cultural[8].
Así, el proyecto con los aportes del diplomado se replantea en varios de sus aspectos y adquiere una definición conceptual que me brinda una base sólida desde la cual explorar la complejidad de la identidad a través del arte. Siendo ahora un proyecto artístico y multidisciplinar que explora desde el cuerpo, la memoria y el espacio el cómo se constituye el ser indígena a partir de los desplazamientos, migraciones y sueños de una mujer de origen indígena que inicia la búsqueda de sus raíces en un contexto de luchas y reivindicaciones indígenas por la valoración de sus culturas. Una búsqueda que reflexiona y nos interroga sobre cómo se construye la identidad individual y colectiva en relación con los otros y las otras culturas.
[1] Alfred Gell (2016). Arte y Ciencia. Una teoría antropológica. Ed. Paradigma Indicial, Buenos Aires.
[2] Patricia Tovar (s.f) Documentación Poética.pag.1
[3] Gabriel Astey (2014). Temporalidad y onirismo. La forma-sueño y el devenir-persona. Ed. ITAM. Estudios 109, vol. xii, verano 2014. Pag. 51 y 52.
[4] Declaración Alberto Pizango sobre el devenir del movimiento indígena. 2006
[5] Jorge Abello y Eva Barriga (2005) Los pewma como proceso de comunicación en los logko del Pikunwijimapu. Tesis para optar al Título de Periodista y al grado de Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Chile.
[6] Ibid cit. 44.
[7] Butler, Judith (1990) Actos performativos y Constitución de Género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista en: Performing Feminisms: Feminist Critical Theory and Theatre; ed. Johns Hopkins University Press. pp. 296-214.
[8] Ibid cit. Pag.300