Presentación
En este texto se exploran los cruces entre el arte, lo social y lo sensible, poniendo en diálogo prácticas y conceptos. Se toma el movimiento y la expresión corporal como andamiaje artístico, viendo la potencialidad del arte para ir más allá de la palabra, a disposición de la creación de nuevas acciones.
Experiencia que genera preguntas
Taller de movimiento (en el Servicio de Hospital de Día de Hospital Público Especializado en Salud Mental y Uso problemático de sustancias-Buenos Aires). Desde el acuerdo entre las personas que hacen tratamiento y profesionales se definen los encuentros semanales. Una construcción colectiva para movernos más allá del cuerpo esperado en este tipo de institución.
Entramado entre práctica y conceptos
La primera pregunta, que no pretende ser novedosa, y que puede surgir es: ¿a cuál arte se hace referencia? No se pondrá énfasis en “encuadre especializado”, “autor”, “destreza”, “dones” ó “público”.
Quiero iniciar haciendo un un salto (aunque a otro contexto), para resonar con Tolstói (1998): “Tal será una de las diferencias entre el arte del porvenir y el contemporáneo. Otra será que aquél no lo practicarán artistas profesionales pagando por su arte, y que sólo se cuidan de él, sino que lo practicarán todos los hombres que sientan deseo de ello, y sólo cuidarán de él cuando se les antoje” (p.151). Algunos de sus planteos: no hay un arte para ricos o para pobres; los sentimientos en el arte no serán para una categoría de hombres expresados de modo refinado, sino que transmitirán sentimientos universales; los artistas vivirán la vida ordinaria de los hombres. El arte “tendrá por objeto unir a los hombres” (Tolstói, 1998, p. 152).
Para quienes no nos conocen, tal vez no imaginen para qué tomar a Tolstói. La población mencionada son adultas/os que sumadas al tratamiento por salud mental/uso problemático de sustancias, padecen estigmatización por “locxs” o “adictxs”, son desempleados, les faltan recursos para alimentarse, muchas/os viven en la calle por ausencia del Estado. Están arrasadas/os por problemas sociales. Tal vez ahora sí tome lugar hablar de prácticas artísticas o arte que no sea para una categoría de hombres/mujeres. En el momento del taller de movimiento nos regalamos, prestamos, intercambiamos acciones creativas; cada quien desde su trayectoria encarnada.
El antropólogo Jackson revisa la división mente/cuerpo. Observa que la tendencia intelectualista es considerar la praxis corporal secundaria respecto de la praxis verbal. Otro problema que surge del dualismo, es tomar al cuerpo como medio neutral de incorporar ideas.
Nos movemos en un espacio dentro de otro espacio. El hospital nos asigna papeles de los cuales nos corremos, moldea formatos de abordar problemas. Lo mental, lo verbal, la palabra. Rodamos desde esa prioridad de las ideas a los cuerpos. Desde lo grupal e individual, proponemos distintas acciones. Cobran presencia los cuerpos.
Tomando a Raquel Guido y su lectura de Merleau Ponty, en la práctica descrita, somos cuerpos percibiendo en un encuentro desde cada ser en el mundo.
Generamos un acto creativo fundante de nuevas acciones, nuevos movimientos. Por otro lado, cada movimiento puede estar haciendo eco en la experiencia ya vivida. Y así surgen preguntas. ¿Será entonces que las nuevas acciones son la oportunidad de experimentar placer y ya no solamente un cuerpo del padecimiento? ¿Existe la posibilidad de que, ante la experiencia ya vivida, en ese movimiento grupal, “algo”, una parte de esa experiencia, pueda ser acompañada por otrxs, como otra opción colectiva de ese devenir que se padece?
Cada encuentro surge desde cómo estamos ese día, qué queremos hacer. Así se inicia, coordinado por quien quiere hacerlo (persona en tratamiento o algún profesional). Registramos nuestros cuerpos, para después improvisar, jugar, concentrarnos; propone uno, responden muchos. Hasta llegar al cierre colectivo de cómo nos sentimos.
En esta práctica, se toman elementos de la Expresión Corporal. No se busca una danza predeterminada con la intención de un resultado uniforme y homogeneizador de todos los cuerpos, sino la posibilidad de investigación en un espacio y tiempo, de su dimensión orgánica y energética. Así se toma contacto con la singularidad, generando un cuerpo no mecánico, sino dando lugar a capacidades en movimiento creativo.
Bibliografía
Brikman, L. (2015). El lenguaje del movimiento corporal. Buenos Aires: Lumen.
Guido, R. (2014). El cuerpo en Merleau Ponty. En Teorías de Corporeidad. Distintas representaciones de cuerpo del cuerpo en Occidente. Cuaderno de Cátedra Número 01 (pp. 58-67). Buenos Aires: IUNA-Movimiento.
Jackson, M. (2010). Conocimiento del cuerpo. En Cuerpos Plurales (pp. 59-82). Buenos Aires: Biblos.
Tostói, L. (1998). ¿Qué es el Arte? Madrid: Alba.
Agradecimientos: Jesica Minond y Malena Kiss. A las compañeras Cynthia Coman (trabajo social) y Denise Demarco (psicología).
Guillermina González