Thelma Sabina Arias.
t.ariascobian@gmail.com
La identidad es un tema muy inestable en este tiempo. Una inestabilidad que no tiene que ver con la elección de quién ser, sino con la dificultad que genera esta decisión. Elegir, por ejemplo, qué sexo tener, es una decisión no solo difícil de tomar, sino también de llevar con tranquilidad. La formación cristiana, en muchas personas, está sedimentada en los cerebros, y no les permite aceptar a otras que tuvieron las ganas de elegir qué ser. Esto genera represión, violencia, discriminación, y una infinidad de adjetivos negativos que acumulan decadencia en la actualidad.
El proyecto es un video-performance, que cuenta con dos elementos bordados en arpillera: una máscara doble cara que propone a una persona incógnita, capaz de ser cualquiera, y un calzón de doble sexo, lo que le da el motivo central.
Es una historia lineal; la persona nace, descubre su sexualidad biológica, no se siente cómodo y termina eligiendo otra con la ayuda del calzón. Una vez realizada esta elección, transita su vida y muere.
El trabajo utiliza elementos significantes, como el calzón y la máscara, pero no tiene intenciones de ser abstracto ni surrealista, sino más bien es el intento de volver a naturalizar en los ojos de los observadores los elementos simbólicos. Ya que son estos los que robustecían el tránsito por los rituales.
Los símbolos, signos, íconos, las reliquias, son elementos que debemos volver a considerar como participantes de la construcción de nuestras vidas.
Los símbolos rituales tienen la capacidad de condensar significados complejos, una polarización de sentido que tiene que ver con lo sensorial y perceptual.
Son conexiones emocionales, sensoriales y axiológicas a través de relacionar el cuerpo físico de quien atraviesa y el cuerpo social.
El cuerpo protagonista transita por distintos estados, en un comienzo tiene genitalidad masculina, pero, a medida que avanza el video, se coloca un calzón con la genitalidad opuesta.
Este proyecto, impulsado por las inquietudes despertadas con algunos textos del diplomado, llevaron a un desarrollo en conjunto.
Por una parte, me parecía fundamental que el cuerpo que mostrara el mensaje no tuviera genitalidad femenina, ya que, explícitamente, ésta se ha utilizado a través de la historia en muchos contextos, y seguir pensado que el cuerpo de mujer es el más apto para transmitir relatos artísticos, es seguir sumando elementos a la construcción de una imagen machista.
La otra parte tiene que ver con el trabajo en equipo.
Yo tenía una idea, pero la persona que encarnó el mensaje, también tiene su postura en cuanto a 1. La explotación de la imagen femenina, 2. La identidad construida en torno a elecciones, físicas y mentales, y 3. La influencia del medio en la seguridad de cada individuo.
Este intercambio nos llevó a diseñar la máscara. Ya que este elemento nos permitía tanto a P. como a mí, asignar un carácter anónimo al video.
Por mi parte, importante es lo anónimo, porque también es plural. Ese cuerpo puede ser cualquiera; puede ser contemporáneo, puede ser histórico incluso puede ser futuro.
Retomar la idea de circularidad o más bien de constante contingencia es fundamental para el proyecto. Es parte del modo en que opera el rito. Fue de una forma, pero en el ahora, cuando estamos encarnándolo nuevamente, vuelve a ser igual. Vivimos el acontecimiento.
El aspecto fundamental de la sociedad, contiene colectividad, genera ciclos y una relación entre el ser y la naturaleza.
Esto me llevó a pensar que la unidad más básica es la germinación, es la manera más antigua de existencia, no caduca, es siempre igual, siempre viva.
Simultáneamente al video de la persona, está en el fondo el video de la germinación de una planta. Es un timeline, tomado de internet, dispuesto en simultaneo al proceso que esta persona va viviendo.
Con simultaneo me refiero no solo al modo de edición técnica, sino al tiempo que toma la propia persona en armar su criterio y capacidad emocional, para decidir con su vida qué hacer, y tomar el peso de que esto no sea una influencia del medio, sino una naturaleza que es intrínseca.
El periodo de semilla dura hasta el minuto 01:10, un poco más del 50 por ciento del total.
¿Cuánto tardamos en formar nuestros criterios?
El video es también un mensaje de la otredad. De la vida que se construye a un ritmo primitivo, instintivo, natural. Es lo otro que no quiere ser capitalismo acelerado, que predispone vidas para sus servicios.
La música toma con esto lugar, está pensada como contra punto del ritmo del video, los sonidos son acelerados y persistentes, hay ruidos entre mecánicos y digitales.
Son ajenos, pero subsisten con el video, como evidencia de que la naturaleza y lo humano más ligado a ella, conviven con el ritmo de la vida formada con intereses capitalistas, consumo desmedido, falta de empatía y de conexión personal.
Para P. fue importante mantener en privado su identidad; esto fue parte de la construcción del proyecto y de su propia construcción. Estamos de acuerdo en que el mensaje evidencia una metamorfosis, por el cambio que hace durante su proceso de vida, y que plantea una estética no evidentemente ligada al estereotipo femenino. Ya que el estereotipo es la imagen explícita del cuerpo, para así a través de tanta exposición del cuerpo, convertirlo en un objeto de consumo.
Por eso que las referencias gráficas al cuerpo de la mujer en este proyecto son dos: la primera es la semilla, que tiene una forma voluptuosa que se abre a medida que transcurre la narración, queriendo hablar de la vagina como principio de todo, y la segunda es el tejido del calzón que la persona decide usar.
Dos referencias icónicas, no explícitas, y en desacuerdo con el alcance que el arte tiene en la mentalidad del cotidiano. Para P. el arte no siempre es un buen espacio para generar cuestionamientos, ya que al venir de un mundo donde los límites pueden estirarse y la vida se puede poetizar, tiende a quitar el peso de la realidad.
Para mí, el arte es otro lenguaje, y sí, muchas veces es inundado por cosas que no tienen postura, como muchas otras áreas, pero al ser un lenguaje, permite comunicar. Con estos pensamientos, decidimos igual hacer el proyecto en conjunto, pero volviéndose imprescindible la máscara.
Y que esta tuviera rasgos zoo-antropomorfos, para desprenderla del fetiche de la máscara como misterio, sino ser un útil para representar el rito de paso. Los cuestionamientos en torno a la socialización de los contenidos emocionales estuvieron presentes siempre, incluso ahora…