María Isabel Valderrama Díaz
“Cohabitar el peligro” y “Organismos flujos y líneas” van formando un trazado temporal de una íntima exploración fotográfica, convirtiéndose en un deseo poético de levantar gestos de empatía entre cuerpos y paisajes, encontrando inevitablemente, una dualidad y simbiosis en fuga.
Considerando la naturaleza que rodea la comuna de Gorbea, centro sur de Chile, realizo tres búsquedas, junto a tres mujeres en tres ocasiones distintas, transitando en procesos auto-etnográficos y etnográficos, en donde nos adentramos bajo un entorno que aún persiste de forma natural. Puedo compartir desde la experiencia, que no solo el resultado visual lo que prevalece, sino el momento en el que nos permitimos romper la cotidianidad y sumergirnos en otro estado de búsqueda, tanto de nuestros cuerpos como de nuestro entorno.
Entendiendo el concepto sustancia a lo que queda después de quitar lo superfluo, es que, en este mismo sentido, hay una intención de inspiración en los conceptos escritos por Tim Ingold, quien se centra en la ruptura de la separación histórica entre organismo-entorno o cuerpo-paisaje, enfatizando que la superficie que nos une no conecta seres de distinta naturaleza, sino diversas formas de conectarnos con el ambiente. Bajo este punto, la diferenciación y priorización de lo humano sobre lo no humano, es capaz de desvincularse de la mirada antropocéntrica que nos ha llevado a una desconexión y destrucción del entorno, dando a ver así una disruptiva sustancia del paisaje capaz de conectarse desde el dolor y el afecto, sentimientos necesarios no solo entre humanos, sino con cada organismo que comparte la tierra.
Esto no es una poesía, es un piensa-miento.
I- Cohabitar el peligro
El dolor
Se hablará de como el fuego avanza indiferente de la dirección del llanto de los bosques.
Se disputará un paisaje en venta, se manifestará un paisaje en amenaza, se dejará un paisaje en decadencia.
Así nacerá un impulso insostenible de abrazar esta historia.
Como un cuerpo que se quema, pero permanece intacto. Un cuerpo emigrante, del cual una parte se queda.
Escribí para entender y desentendí.
II- Organismos, flujos y líneas
El afecto
Antes de configurar lo humano, me era imposible no evocar al hombre.
Costilla, media naranja, cónyuge, esposa, moza. Me desprendieron de mi humanidad y me perdí de especie.
Podemos hoy fantasear salir del kamikaze de la realidad, frenar de golpe el vaivén, agitar un gesto colectivo de amor.
La imagen cobra sentido y forma, siendo capaz de penetrar la sensibilidad y nuestro sentido de permanencia.