PRESENCIA PLENA

DRA. PATRICIA TOVAR

Hay una tensión entre el recuerdo y la espera; son ya más de 150 días de aislamiento, de cuarentena prolongada. Hay un vacío, una ausencia, el afuera impregnado de nostalgia de cosas pequeñas pero variadas, experiencias diarias de matices en el cielo, en los rostros, ahora desdibujados todos. “La Máquina es mucho, pero no lo es todo. Veo algo como tú en esta placa, pero no te veo a ti. Oigo algo como tú en este teléfono, pero no te escucho a ti. Por eso es que quiero que vengas. Ven a visitarme, para que nos podamos ver cara a cara y hablar de los anhelos que tenemos en nuestras mentes.” (Forster, trad.2011:2) La máquina devora las selvas y escupe polvo, deja los cuerpos descoloridos, pero deseantes aún…

Aflora el absurdo, simulación de cercanía y de cuidado, estado de no-realidad y exacerbación de lo puro, lo pulcro, lo limpio como exceso del simulacro de los nuevos nacionalismos, los patriotismos y el estado policial; te dicen que te adaptes, que te estandarices. Error, seguimos siendo sujetos y como tales estamos ligados a la diferencia, al cambio, la variación y al sentido, a construir sentido, a cuestionar e imaginar. Queremos vivir como sujetos y no simplemente como cuerpos desinfectados, ligados a “la máquina”. El régimen programático encuentra su límite en la interacción sensible.

“Decir, por ejemplo, que el color del cielo hoy, es diferente al de ayer a la misma hora no tiene nada de fútil, ya que podemos efectivamente comparar el uno con el otro y comprender el efecto de sentido que resulta de su contraste. Equilibrio inestable entre identidad y diferencia” (Landowski, 2005:138) En este presente en el que la idea de “seguridad” es lo que impera y nos manipula, requerimos actuar como sujetos, recordar que la búsqueda de sentido es a la vez la aceptación del riesgo.

El riesgo de tomar las calles, los monumentos, las pinturas de los héroes; el riesgo de hablar con voz propia. El riesgo de producir una discontinuidad en la programación de “la máquina”. Todavía podemos mirar el cielo cada día, todavía podemos distinguir las variaciones de la luz y la expresión debajo de la mascarilla.

Andemos con presencia plena, cuestionemos, tendamos vínculos, veámonos cara a cara y hablemos de nuestros anhelos. Somos cuerpo creando sentido en la diferencia, en la variación. Es necesaria la reinvención, la reescritura del aquí y ahora. Recuperar esas sabidurías disonantes de las voces otras: devorar la manzana y mostrarle el deseo a los que duermen.

Seamos ritmo y flujo. “La experiencia del ritmo está fundamentalmente relacionada con todo aquello que se mueve, con lo que está vivo y sufre transformaciones (…) rhythmos se refiere a la forma en el instante en que es asumida por aquello que se mueve y fluye. Es la forma espontánea siempre sujeta a cambio” (Hoèevar,2003:53)

Se trata de “descolonizar la temporalidad”, dejar de reproducir los mitos de “la máquina patriarcal” que animan un tiempo lineal, industrial, de explotación violenta. “Se trata entonces de encontrar ese ritmo-tiempo, en donde cada quien o cada pueblo o cultura se despliegue a su propio ritmo o movimiento, a ese fluir que fue negado y en el cual nuestros pueblos originarios quedaron supeditados” (Arellano, 2015:59).

Seamos presencia plena. Podemos recrearlo todo, recuperar los ritmos del mar, del cielo y de los pueblos otros.

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Nostalgia del mar, del mar de noche con brillos plateados.

Referencias:

Arellano, Claudia. (2015) “Despatriarcalizando: Julieta paredes y su vinculación con el discurso político y poético de mujeres mapuche”. Revista Antropologías del Sur N° 4 ∙ 2015 Págs. 53 – 65 |

E.M. Forster (2011) La máquina se detiene. [Traducción de Marcos Buccellato] Obra original publicada en 1909.

Drina Hoèevar (2003) “Filosofía, semiótica y ritmo”. DIKAIOSYNE No. 11

Landowski, Eric. (2005) “Tres regímenes de sentido y de interacción”. Tópicos del Seminario, núm. 14, julio-diciembre, 2005, pp. 137-179

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